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ENTREVISTA A CARLOS LAMAS

 

1). - ¿Es significativo que el acuerdo se haya firmado en San Nicolás? ¿En qué aspectos?

La pregunta me obliga a ubicar a la ciudad de San Nicolás de los Arroyos en el marco histórico de los sucesos de 1.852. Es decir, debo hacer una mirada hacia atrás (retrospectiva), una reflexión que me excluya del error muy común que se cometen al analizar los hechos pretéritos cual es el de verlos con los ojos de hoy, como si las cosas del pasado estuviesen ocurriendo ahora mismo.

Con esta prevención, lo primero que a mi juicio debe tenerse presente es que, nuestra Patria arrastraba casi cuatro (4) décadas de luchas intestinas y fraticidas, que habían dividido profundamente el mapa de las Provincias.

San Nicolás, hacia 1.852, era una ciudad de paso obligado. La mayoría de los denominados caminos reales de la época tenían punto de confluencia en esta ciudad. Sin ir más lejos, San Nicolás, era un punto reconocido como lugar de postas, de descanso y recambio de animales y de aprovisionamiento de los viajeros.

Su distancia de la ciudad de Buenos Aires, la convertían en una ciudad lejana (desde el punto de vista de los porteños), confundida territorialmente entre la Provincia de Buenos Aires y la de Santa Fe.

Esto le proporcionaba ventajas. De ningún modo San Nicolás era satélite de la ciudad de Buenos Aires. Además, como vimos, era un punto neurálgico entre los porteños y el interior. Era un lugar de confluencia de caminos. Era, desde el punto de vista del tránsito y del transporte de la época, una ciudad preferencial. Y, fundamentalmente, si se tiene en cuenta que, la reunión de San Nicolás de 1.852 es uno de los corolarios de la Batalla de Caseros, bien podríamos afirmar que, convocar la reunión en esta ciudad, daba ciertas garantías de seguridad para quienes buscaban un sitio propicio donde poder congregarse, lejos de las influencias y resquemores de los porteños, todavía muy apegados al sentimiento rosista, que imperaba desde hacía varias décadas.

Me da la impresión de que, la reunión de gobernadores, había que hacerla en algún lugar que no fuera Buenos Aires; pero no tan lejos de Buenos Aires; de fácil llegada y retiro; de comunicaciones y transporte rápido para la época de que se trata. Un lugar, además, donde Urquiza pudiera sentirse a gusto y con cierta tranquilidad para poder guiar el consenso de voluntades que buscaba imponer. San Nicolás, con puerto, con caminos de salida y de llegada, con transportes y tránsito, con seguridad, con cercanía a Buenos Aires, pero no tanta, brindaba todas estas cualidades que inclinaron para que sea electa como sede de la reunión.

2.- ¿Qué repercusión tuvo en la política nacional e internacional?

En el análisis de los hechos históricos, muy a menudo se corre el riesgo de ponderarlos desde una sola causa o desde una sola razón y, ello, además de no permitir visualizar toda la verdad histórica, amenaza con convertir a la noticia histórica en la única versión, la de quien la cuenta.

Lamentablemente, la mayoría de las versiones históricas acogidas por los textos oficiales, reducen la significación del acuerdo y de su antecedente militar inmediato (la Batalla de Caseros) a una simple disputa entre un caudillo del interior (Urquiza) y otro de la Capital (Rosas); o, si se quiere, como una lucha más entre la avasallante presencia de la ciudad de Buenos Aires y los intereses del interior.

Sostener así las cosas, conduce a una reducción de la cuestión al límite de lo insostenible o de lo inaceptable. Nada más errado.

 

La virtud de quienes indagan los hechos históricos está en no conformarse con versiones simplistas, facilistas y ya digeridas del hecho ocurrido, sino en descubrir cuáles son el conjunto de causas y factores que desencadenan una cuestión.

Parados en 1.852, haciendo abstracción de lo que vendría, el acuerdo se presenta como una de las consecuencias de un hecho militar, aprovechada por personas quienes, a la luz de tantas décadas de guerras intestinas, advirtieron que, había que aprovechar el momento histórico para propiciar la organización nacional mediante el dictado de una constitución; que si no se obraba con celeridad, corría el serio riesgo de naufragar.

El precedente militar del Acuerdo, la Batalla de Caseros, si se quiere, involucró a una parte de la comunidad internacional. Sin ir más lejos, no debe olvidarse ni desconocerse que, Urquiza, armó su ejército Grande, con el apoyo de fuerzas externas.

Por lo demás, en el concierto internacional, darse constitución, conformarse como Estado, pasaba a ser un requisito esencial y fundamental para cualquier tipo de relación, aunque más no sea las comerciales y mercantiles. En efecto, hacia la década de 1.850, quien no poseía el "status" de Estado organizado, no integraba las rutas de comercio internacional. Diríamos hoy, se aislaba del mundo.

Nuestra Patria, en eso, venía bastante retrasada. Y, para ello, basta con analizar en qué fechas los países de toda la región tuvieron -cada uno a su turno- su propia constitución.

Debe advertirse que, una parte del Acuerdo, refiere al manejo de las relaciones exteriores y, más aún, designa a quién se le encargaba la gestión de las mismas (El Gral. Urquiza).

Así, pues, para 1.852, se tornaba imprescindible que, para integrar el concierto de las naciones, con todo las consecuencias económicas que ello trasuntaba, nuestra Patria adquiriera la calidad de Estado y tuviera Constitución. Máxime si se tiene en cuenta que pocos años antes, Rosas había resistido el bloqueo anglo francés, cuestión donde anidaban causas y razones netamente económicas.

Además, no debe desconectarse estos con las palabras confesadas por el propio Gral. Urquiza en el "Pronunciamiento". En efecto, la letra de ese documento, nos demuestra que, las motivaciones económicas tuvieron un papel central y preponderante en la decisión de Urquiza de plantarse frente a Rosas. Entonces, luego de Caseros, vencido el enemigo de Urquiza, era menester obrar con premura y no desperdiciar las ventajas de la victoria militar, consolidando rápidamente el poder sobre estas cuestiones.

En lo interno, el Acuerdo representó precisamente el establecimiento de un marco de mínima paz y elemental tranquilidad como para facilitar la posterior discusión de un texto constitucional. Era imprescindible sentar las bases de las deliberaciones. Cuarenta años de ininterrumpidas luchas hallaron, de pronto, un oasis o un remanso de y tranquilidad. Y, esto, no es poca cosa, adquiriendo un valor histórico trascendental.

Aunque, como digo esto, advierto que, no bien firmado el Acuerdo, se levantó una impresionante polvareda en el debate ideológico nacional. Buena parte de la Legislatura porteña desconoció los términos del acuerdo y, ello, a mi modo de ver, es una de las causas determinantes del olvido histórico o la depreciación que el mismo alcanzó con los años.

3).- El pacto en nuestra ciudad ¿tuvo algún beneficio?

El propio Urquiza, dedicará palabras sentidas directamente encaminadas a agradecer al pueblo de San Nicolás; sobre todo, por las atenciones recibidas. Debe recordarse que, si bien el Acuerdo se suscribió el 31 de mayo, Urquiza permaneció unos días más firmando correspondencias y circulares a las provincias, oficios y proclamas.

En lo inmediato, no encuentro beneficios para nuestra ciudad que resaltar.

Sí rescato que, el nombre de San Nicolás, estuvo presente entre las posibles capitales de la Confederación; inclusive desde antes del acuerdo (Reunión de San Benito de Palermo).

Luego, al debatirse abiertamente la cuestión capital, nuevamente la mención a San Nicolás, merodeará varias discusiones.

4).- La importancia del mismo ¿repercutió en la vida social? ¿de qué forma?

Los días de las deliberaciones constituyó para la ciudad un motivo de cierta algarabía. Venían a San Nicolás personajes muy reconocidos y nombrados para la época. Sin lugar a dudas, fue un hecho social, además de político.

Luego del Acuerdo, San Nicolás estará nuevamente en el centro, por lo menos, de las discusiones acerca de temas importantes para la vida nacional. Por ejemplo, nuestra ciudad, fue propuesta como una de las sugeridas como capital.

 

5).- ¿Qué rol cumplía Justo José de Urquiza? ¿En qué fecha concluyó el tratado?

Varios datos sirven para medir la importancia que se le confirió a Urquiza por conducto del acuerdo, cuyas deliberaciones fueron clausuradas el 1º de junio de 1.852. Por un lado, se lo designó Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación (una especie de canciller o ministro de relaciones exteriores); por otro, se lo invistió con el cargo de Director Provisorio de la Confederación Argentina (diríamos hoy, a cargo del Poder Ejecutivo Nacional, interina o transitoriamente); por otro, quedaba a cargo de la comandancia de todas las fuerzas hasta entonces existentes (especie de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, diríamos hoy); por otro, tenía facultades y atribuciones para intervenir en eventuales conflictos u hostilidades internas (Es decir facultades propias de lo que sería luego y hoy, ministro del interior y ministro de defensa); y, además, se lo facultaba con las atribuciones necesarias como para regentear o solventar los gastos que demandaba la instalación y funcionamiento del futuro Congreso.

Como vemos, todo el acuerdo giraba en torno de una figura cual era la de Urquiza; es decir, centralizó en sus manos el máximo poder hasta entonces conocido. Es evidente -pues- que, despojado de toda connotación subjetiva, mucho de esta concentración de poder, surgía del hecho de la victoria militar. Y que, además, eso sería materia de encono y odio por parte de los porteños que no toleraban semejante poder en manos de una sola persona.

6).- ¿Qué pudo establecer dicho acuerdo en San Nicolás? ¿Tuvo alguna barrera para llegar al final?

El acuerdo, suscripto el 31 de mayo de 1.852, a poco estuvo de fracasar y derivar hacia una nueva confrontación bélica. Como se sabe, la ciudad de Buenos Aires, no reconoció lo tratado en el Acuerdo. Sin lugar a dudas, la invocación que hace el Acuerdo del Pacto Federal de 1.831, resultaba urticante para los porteños; y ni que hablar del potencial peligro que significaba perder la hegemonía política económica y social que reportaba la Aduana de Buenos Aires, única establecida como de intercambio comercial con el mundo por entonces conocido.

Los porteños, en términos generales, desconocieron los términos del Acuerdo. No haber incluido a Buenos Aires como capital, mencionar al Pacto Federal y la acumulación de poder en torno de la figura de Urquiza fueron factores decisivos de las críticas que se efectuaron al Acuerdo.

7).- Cómo su opinión ¿Podría afirmar si se produjo o no un acuerdo?

Si nos atenemos a la etimología o significado de la palabra "acuerdo", deberíamos conceptualizarlo como concertación de voluntades, libre y espontáneamente expresadas, en torno de un fin o interés en común. Desde esta óptica, si se quiere lingüística, el "acuerdo" no fue tal. Lo afirmo desde el convencimiento de que, el núcleo central del documento no es sino la concreción de una posición dominante o ventajosa derivada de la concentración de poder logrado a expensas de la victoria militar y de las reuniones de Palermo.

Sin embargo, aun cuando técnicamente no adquiera la denominación de "acuerdo", el hecho adquirió una trascendencia histórica no empalidecida por estas disgresiones conceptuales.

Los cuarenta años de luchas que precedieron a la firma del

Acuerdo demuestran que, el objetivo de la organización, requería, además de voluntad, decisiones y hechos concretos que lo hicieran posible.

Por lo demás, los hechos históricos que siguieron a los días del acuerdo, demuestran que no existían muchos caminos institucionalmente posibles para arribar al dictado de una Constitución Nacional.

Quienes critican al acuerdo no logran sortear una cuestión primordial cual es la de demostrar de qué otra manera, por qué otro camino se hubiese podido arribar al dictado de la Constitución.

Debe subrayarse que, lo que denominamos acuerdo, sin lugar a dudas, fue el producto de una habilísima maniobra política concebida por Urquiza quien, deliberadamente, logró imponer su voluntad, que ya había delineado en Palermo, previo a la reunión de los gobernadores.

 

8).- Existen diferencias conceptuales de acuerdo a los enfoques de los distintos ilustrados ¿A cuál perspectiva se siente identificado?

La lectura de los textos históricos me demuestran que, al menos, en Palermo, antes de la firma del Acuerdo existían dos criterios diferenciados. Por un lado, el de Pujol quien pretendía decidida y resueltamente la inclusión del tema "capital" anhelando que Buenos Aires lo sea y dividiendo a la Provincia en dos. Por otro, Vélez y Pico, encarnaban la postura de aquellos que únicamente anhelaban las condiciones de conformidad por las cuales se convocaría y reuniría en Santa Fe un Congreso Constituyente.

A mi entender, Urquiza, que no era dubitativo, campeaba entre una y otra idea, torneando la que mejor se adecuaba a sus intereses.

Ya instalada la reunión de gobernadores en San Nicolás, se volvió a reiterar la férrea polémica.

De todas las ideas expuestas, me resulta cautivante y llamativa de atención la defensa de los hermanos Rojo (sanjuaninos) quienes exaltadamente pretendían la decapitación metropolitana.

En otro sector del debate, me parece interesante la defensa que hizo Vicente Fidel López de la necesidad de defender a ultranza el objetivo de reunir -urgente- el Congreso Constituyente.

En otro costado, por ejemplo, Pico y López fueron los sostenedores de la defensa acérrima de los derechos de Buenos Aires (de la ciudad de Buenos Aires). Pico, además, propiciaba la idea de dotar a Urquiza de poderes discrecionales, amplios, totales, aunque provisorios.

Como quiera que sea, nuevamente, estuvieron en pugna los dos grandes sectores de opinión y, hete aquí, el hábil manejo de Urquiza quien, como sabía que las conversaciones quedarían empantanadas, incorporó a la junta de "asesores" a Manuel Leiva quien terminaría por dar forma a los términos del documento. A mi modo de ver, Urquiza, tenía todo perfectamente pergeñado desde el vamos, y se reservó el momento de ponerle el broche de oro al documento.

 

En definitiva, el Acuerdo termina por sintetizar un nudo central que es la declarada vigencia del Pacto Federal; luego, varios capítulos destinados a detallar todas las atribuciones y facultades que se le confirieron a Urquiza; por fin, la decisión de arribar al Congreso Constituyente, excluyéndose del debate, por el momento, la cuestión capital.

 

9).- De acuerdo a la situación actual ¿Qué mensaje nos daría a los adolescentes en una Argentina donde no existen acuerdos, ni leyes, ni solidaridad?

Efectivamente no existen acuerdos, ni leyes, ni solidaridad. Estamos disgregados. El concepto de Estado aparece como notoriamente desdibujado. Este es, a mi juicio, el verdadero y único "default" del que puede hablarse, la de devaluación del concepto de Estado, con todo lo que ello debe representar.

Por suerte, no ocurre lo propio con el concepto de "Nación" que es siempre fértil en la generación de ideas, de salidas y de propuestas.

El Estado, la democracia, sustantivamente depreciados, solo conservan un valor formal, pero que está demostrado que no alcanza ni le sirve a la gente. Urge un cambio.

Estoy convencido que, las soluciones que se requieren, no podrán parirse ni con esta generación de dirigentes ni con esta cultura ideológica imperante. Con estos protagonistas, hoy no existe acuerdo posible, ni existe posibilidad de restaurar el "Contrato Social".

Este fatalismo histórico que me invade es, paradojalmente, lo esperanzador. Tendrá que venir una nueva generación de dirigentes y una nueva generación de ideas, algunas de las cuales, ya existen, aunque no se las conocen. El "Acuerdo" no es con lo que está ni con quienes están. El "Acuerdo" será con lo que viene, con los que vienen.

Mucho se habla en estos días de la necesidad de elecciones generalizadas y anticipadas. Formalmente, lo admito, no está del todo mal. Pero, me interrogo: ¿Esa es la solución o la salida? ¿Con eso alcanza?. Advierto que si hoy se desarrollan las tales elecciones, nuevamente serían candidatos personajes provenientes de la generación de dirigentes que tanto hemos criticado y que, además, encarnan las mismas ideas de hace varias décadas. Así que, entonces, las elecciones, por sí solas, no garantizan ni cambio, ni mucho menos mejoría. Hace falta otra instancia previa que aún no se ha dado y que urge pergeñarla.

Hace falta un acuerdo, pero con otros protagonistas.

Hace falta un acuerdo, pero alrededor de otras ideas.


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