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SISTEMA EDUCATIVO
CRÍTICAS GENERALES
A 60 DÍAS DE MI JUBILACIÓN DOCENTE
No
me jubilo, el sistema me echa. Porque no me estoy jubilando debido a que esté
cansado de enseñar o de la escuela como institución; me jubilo porque no puedo
soportar más el desastre que es el aula y la escuela… El sistema educativo está
en una crisis terminal.
Los valores están degradados, ya la educación no es una prioridad en la
mayoría de las familias; cumplir con las obligaciones, estudiar, dar lo mejor de
sí, mejorar en las cosas que hacemos mejor, ayudar al otro… El respeto por uno
mismo y por los demás ya casi no existe.
En el ambiente educativo se sabe perfectamente que si hay escuelas que abren
sus puertas y funcionan, se debe al trabajo de 4 o 5 personas (difícilmente,
haya alguna más para contar) que ponen todo de sí para que se puedan desarrollar
las tareas. Gente que trabaja más horas de las que les pagan, que hacen trabajos
diferentes al del que tienen asignado. Pintar, arreglar un enchufe, un banco,
una silla, un pizarrón y hasta una computadora; hacer modelos de planillas,
realizar tareas en contra turno y en su casa… Son muchas las maestras que dan de
comer y asean a sus alumnos. Pero son muchos más los docentes que no saben ni lo
que deben enseñar… Docentes que comparten sus apuntes, libros, trabajos y
estrategias hay pocos. ¿Qué pasa con el resto?
- Estoy cansado de ver docentes nuevos que lo primero que aprenden es el
régimen de licencias pero ni idea tienen de la resolución que pauta cómo
presentar un proyecto de trabajo.
- Estoy cansado de muchos docentes jóvenes que ni un acto escolar quieren
preparar.
- Estoy cansado del “docente taxi” de la secundaria impidiendo que los
docentes se integren y comprometan con una escuela.
- Estoy cansado de la “radio pasillo” criticando sin razón por detrás o
dejando “mal parado” a alguien para ganarse el favor de “otro alguien”.
- Estoy cansado de las faltas de respeto de familiares que mienten
descaradamente y hasta utilizan la violencia para justificar malas conductas
y actitudes de sus hijos.
- Estoy cansado de los familiares que “solo se preocupan” de la nota a fin
de año sin haberse “ocupado” durante todo el año de la educación de sus
hijos.
- Estoy cansado de las faltas de respeto de los alumnos.
- Estoy cansado de los que se callan porque no quieren tener problemas y
así dejan pasar “cuestiones” que son injustificables.
- Estoy cansado de los directivos que solo quieren cumplir sus 3 años al
frente del cargo para jubilarse; ni se les ocurre que su función es mejorar
la educación y la escuela.
- Estoy cansado de que acciones tipificadas en el código penal pasen por
ser faltas leves de parte de los alumnos.
- Estoy cansado de los alumnos que especulan con el que no se cumplen las
reglamentaciones como las faltas.
- Estoy cansado de que los alumnos entren a clase a cualquier hora (si
entran) y que falten descaradamente todo el año y luego se enojan por su
desaprobación.
- Estoy cansado de los alumnos de formación docente que “estudian” lo que
deben para un final con el solo objetivo de repetir como loro lo que
consideran que el docente quiere escuchar porque el único objetivo es
aprobar la materia en vez de aprender en serio. Y cuando consiguen un cargo
en una escuela, hacen “cualquier cosa”.
- Estoy cansado de las críticas sin razón y mal intencionadas en los
concursos docentes de superior por la Resolución Nº 5886/03. En muchos
estuve, en otros no pero en todos el ambiente “estuvo muy mal”.
- Estoy cansado de aquellos que dicen ser docentes y se prenden en todos
los paros descuidando la educación de los alumnos. Jamás plantearon un paro
para mejorar la calidad educativa, nunca lo hicieron.
- Estoy cansado de que cada paritaria haya paro o amenaza de paro dejando
cerradas a las escuelas públicas degradándolas a más no poder. ¿No hay otras
formas de protestar? Claro que sí, pero no les interesa ni a los
sindicalistas ni a muchos docentes.
- Estoy cansado de escuchar mentiras y aberraciones solo por considerarse
“docente militante”.
- Estoy cansado de políticos y sindicalistas que dicen tener a los alumnos
y nuevas generaciones como prioridad y luego vemos en la práctica diaria que
todo es mentira.
- Estoy cansado de ver cómo utilizan a la escuela pública y a los alumnos
para actos partidarios.
- Estoy cansado de que el verso de los “pedagogos de escritorio” sea
repetido por muchos inspectores, autoridades y docentes de aula sin tener la
más mínima idea de que eso no es parte del conocimiento ni de la realidad. Y
cuando las cosas salen mal, siempre la culpa termina siendo del docente.
- Estoy cansado que se me espete que debo ser contenedor, payaso,
aprobador, inclusor, entretenedor y, por ende, no ser docente.
Sí, estoy cansado de la mediocridad. Y temo por el peligro que encierra ya
que también me arrastra.
No obstante la catarsis realizada, también tengo que señalar a otra gente que
da todo de sí para educar y hacer que las escuelas funcionen (al menos, que
tengan la puerta abierta). Los que trabajan sin medir consecuencias, los que
ayudan siempre a los otros. Los docentes que comparten el fruto de su esfuerzo,
las familias que todavía consideran importante a la educación y alumnos que
quieren aprender en serio. Gente que todavía cree en que los valores son
importantes.
Y esto que escribí más arriba no significa que soy un “dinosaurio” o un
“viejo rezongón”. Soy una persona que está preocupada por el futuro. ¿Cómo
ejercerán su profesión los médicos, los electricistas, los docentes, los
ingenieros, arquitectos y gasistas? ¿Qué “calidad” tendrá su trabajo si se
“educan” en este sistema social y educativo que prácticamente se estrella contra
una pared de indiferencia, antivalores, avivadas y demagogia inconcebibles?
Me queda el agradecer a tantísima gente por su cariño y apoyo; por haberme
brindado su amistad y ayuda y, sobre todo, a quienes me enseñaron con sus
ejemplos. Muchas gracias.
Se dice que cuando una sociedad toca fondo, comienza el rebote y su mejora.
Espero que así sea. Me jubilo, pero no me retiro, seguiré en esta sociedad
trabajando desde otro lado y aportando lo que pueda para que mejoremos todos.
Federico Martín Maglio, 28 de febrero de 2016 |