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 Editoriales: La degradación del idioma  

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EDITORIALES

 

LA DEGRADACIÓN DEL IDIOMA

Desde hace muchos años vengo observando una progresiva degradación en nuestro idioma, es decir, a medida que va pasando el tiempo, es cada vez peor. Primero lo observé, lógicamente, en la escuela secundaria (mi lugar de trabajo) a mediados de la década de 1990. Luego comencé a observarlo en los medios de comunicación entrado en el siglo XXI (me refiero a los medios más importantes que en el pasado han ganado muchos premios internacionales por la buena utilización del idioma, como el Diario La Nación).

Ejemplo de palabras mal utilizadas

En las conversaciones podemos escuchar palabras mal pronunciadas (por ejemplo, en diversas regiones del país es muy común “comerse las eses finales”); pero luego, al leer y corregir trabajos, me encontré con el problema de verlas escritas de igual forma (algo que antes no ocurría). Aquí algunos ejemplos…

  • Aujero (por agujero).
  • Haiga (por haya).
  • Ausilio (por auxilio).
  • Dormiendo (por durmiendo).
  • Apreta (por aprieta).
  • Gendermería (por gendarmería).
  • Descriminación (por discriminación).
  • Alverjas (por arvejas).
  • Arquiler (por alquiler).
  • Pevio (por predio).
  • Arlado (por al lado).
  • Damasca (por damasco).
  • Arbóndica (por albóndiga).
  • Esterior (por exterior).
  • Brasilero (por brasileño).
  • Fuistes (por fuiste).
  • Comistes (por comiste).
  • Vidio (por video).
  • Desconforme (por disconforme).
  • Mañonesa (por mayonesa).
  • Sandia (por sandía).
  • Veniste (por viniste).

No voy a profundizar pero podemos observar lo siguiente… Esto no corresponde asociarlo a regionalismos. Desconocer que el gentilicio de la gente nacida en Brasil va con “ñ” y no con “r” es una realidad de todo el país y también vecinos. Además, observo que no solo hay problemas con los sustantivos en cuanto a no saber cómo es realmente (como la gendarmería) sino que cada día hay más gente que tiene serias dificultades con los verbos irregulares, los singulares y plurales, las tildes o acentos y ni hablemos de la puntuación que ese ya es un tema para otra nota.

Las muletillas

Las muletillas van cambiando con el tiempo según las modas imperantes. Lo observo desde siempre. Pero en los últimos años, tanto en la gente como en los medios de comunicación las muletillas se han multiplicado en cuanto a la cantidad de gente que las utiliza. Hay noticieros en la televisión y en la radio donde todos sus periodistas las tienen. Ninguno se salva de ellas. Por ejemplo…

  • Bueno.
  • ¿Eh?
  • Vite.
  • ¿No?
  • Nada.
  • Si se quiere.
  • Osea (encima mal escrito, porque es “o sea”; los huesos no tienen cabida de esta manera).

Hay veces en que es realmente insufrible escucharlos a tantos periodistas con la muletilla en cada párrafo que pronuncian. Y ni hablar de la gente con la que tenemos alguna interacción.

Expresiones correctas-incorrectas

Vamos a un ejemplo muy común que es incorrecto utilizar…
“Eso no se vale”.
No corresponde ya que sobra el “se”. Lo correcto es “eso no vale”.
Esta expresión es muy común en México, pero desde hace varios años se ha ido extendiendo su uso en la República Argentina.
Unos dirán: “Lo copiaron a partir de que en la década de 1980 se popularizó el programa El Chavo del 8”. Pero, ¿saben qué? Nadie (repito, nadie) en este país hablaba diciendo y mucho menos escribiendo “eso no se vale”. Lo comencé a observar en varios de mis alumnos en los últimos 5 o 6 años (en varios, no me refiero a que uno se haya expresado de esta manera alguna que otra vez). ¿Antes no? No, y considero que la gente no lo hacía porque en el pasado había más conocimiento del idioma.

Vamos a un ejemplo que podría ser correcto pero denota degradación idiomática…
“Está bueno”.
Si bien gramaticalmente el castellano lo permite, es una expresión cada vez más difundida en este país decir “está bueno” en vez de “está bien”, “bueno”, “lindo”, “positivo”, “hermoso”, etc.
Por ejemplo, no corresponde expresarse con un “más bueno” porque el significado tiene una palabra específica, “mejor” por más que gramaticalmente no sea incorrecto del todo.
Lo que intento explicar con este ejemplo es que expresarse de esta manera denota una degradación del idioma porque el que se está expresando tiene un limitado conocimiento de las palabras existentes y su utilización para poder expresar sus pareceres e ideas y, más grave aún, no saber la diferencia entre los verbos “ser” y “estar” y entre el uso del adverbio “bien” o el adjetivo “bueno”.
Resulta gracioso (por no decir patético) observar los problemas que se generan en las traducciones con este asunto porque muchos argentinos no se expresan correctamente. He observado en los intercambios en diversos cursos de idiomas en línea que “está bueno” no solo genera malas traducciones sino que en los comentarios de los usuarios argentinos se nota mucho que ni idea tienen del buen uso del castellano.

No pronunciar algunas últimas letras consonantes

Es muy común escuchar a un Ministro de Salud diciendo “…el Ministerio de Salú…”. Sí, en boca del ministro pero también de otras personas sin el cargo. Además de “salud”, palabras como “verdad”, “edad”, etc. Si vamos a ver videos por la Internet realizados por españoles, observarán que es muy común no pronunciar la última consonante (cualquiera, la que sea, como la “t”, “n”, “s”…).

Muy grave

Considero una situación límite el haberme encontrado en estos últimos años con una enorme cantidad de alumnos que no saben escribir correctamente sus nombres y apellidos….
Faltas ortográficas como escribirlos sin mayúscula en la primera letra, sin uso de tildes… ¡Y hasta escribiendo mal! Por ejemplo, no es lo mismo “Fernández” que “fernandes”. O que pongan en los formularios que su nombre es “cucho” (sobrenombre) o “lore” en vez de Lorena. También me encontré con algunas “yoana” que en realidad eran “Johana”. Me encontré con alumnos que no sabían cuál era su segundo nombre y, no es broma, varios que ponían que eran "Alejandra" porque el nombre "Cristina" (el real, en su documento) no les gustaba.

Finalizando

En lo personal pienso que esta situación comienza a darse a partir de la crítica situación existente en las escuelas primarias desde la década de 1990. Desde aquellos años se ha ido dejando de lado…

  • Enseñar gramática.
  • Enseñar ortografía.
  • Enseñar tiempos verbales.
  • Enseñar la diversa clasificación de las palabras.
  • Enseñar el análisis de oraciones y párrafos.
  • Los docentes no corrigen la ortografía (en la secundaria son pocos los que hoy lo hacen).
  • Considerar que se puede aprender jugando, que el docente debe entretener antes que enseñar, que estudiar es aburrido, etc.

Interactuando con gente que se expresa en otros idiomas en diversas publicaciones de la Internet y en sus foros de intercambio me encuentro que este no es un problema de otros idiomas. Es decir, no veo tantas faltas en la escritura de la gente que se expresa en inglés, francés, portugués… En italiano hay un poco más de problemas, pero como en el uso del castellano, jamás vi tanta diferencia. ¿Es difícil de aprender nuestro idioma? Sí, puede ser difícil, pero ello no exculpa el no saberlo. ¿Por qué antes se utilizaba mucho mejor nuestro idioma? ¿Por qué antes era difícil escuchar a un periodista expresarse tan limitadamente como hoy es lo común?
Un párrafo aparte se merece la Real Academia Española: Aceptó “dotor” (por “doctor”). Lamentable.
Y eso que no me meto en las jergas utilizadas por gran cantidad de gente que vive en este país y la van de… “amego, he amego… tené 5 pé pa la birra… etamo con lo gile, bolú… shi, tamo con la nebu juegando al conter trique y no dá, vite…”.

Tenemos una triste realidad. Hay que cambiarla.

Notas anteriores sobre este tema:

Federico Martín Maglio - 9 de agosto de 2016